ARTICULO DE
OPINIÓN
Monólogos con mi
gata Flora.
Se cumplen 74 años del criminal y bárbaro
asesinato de las trece Rosas.
Querida Flora, corre el mes de Agosto, un mes
en el cual el Sol se vuelve más perezoso y tiritón antes de asomarse indolente
y arcano entre celosías por la ventana de Oriente. El mismo Sol que por las
tardes se pone triste y levantisco envuelto en un fino manto del color del
Membrillo, augurando la inmediatez del Otoño. Mes en el cual el chopo se viste
de plata vieja en su soledad junto al río; mes de cabañuelas impredecibles,, de
tormentas repentinas y fugaces, de trojes repletos de dorado trigo, y vides
henchidas de dulce néctar, cual eterna promesa de noches oníricas y días
postrados ante Baco y Dionisio.
Ay, mi niña Flora, estoy razonando como la
vieja y melancólica campesina que llevo dentro.
Triste y pobre preámbulo, éste, antes de abordar el tema que aquí nos
trae: el violento, canalla y sanguinario asesinato de trece muchachas. Las
Trece Rosas como el imaginario colectivo las denominó. Un drama que estas trece
jóvenes apenas salidas de la adolescencia tuvieron que sufrir, en una desolada
y amarga madrugada del día 5 de Agosto de 1939.
Tengo mucho miedo, a que todo lo que yo pueda
decir ahora, tantos años después no sea nada más que un pálido reflejo del
inmenso drama que estas mártires
tuvieron que sufrir.
No obstante quiero pensar que para que estas
jóvenes no vuelvan a morir de nuevo cada 5 de Agosto hay que escribir sobre
ellas, contar su historia, y darla a conocer a la inmensa mayoría de mujeres y hombres que aún no la
conocen.
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IMAGEN DE LAS TRECE ROSAS |
Pues la criminal y feroz dictadura fascista de
Franco, tuvo mucho cuidado en silenciar y esconder durante muchos años
ésta vil y feroz tropelía.
No podemos ni debemos olvidar a las miles, y
miles de mujeres que un día lucharon con
generosidad y entrega por la
República, y por un mundo mejor, más justo, más igualitario y
fraternal entre los seres humanos.
Las actuales y futuras generaciones de
mujeres, hemos de ser conscientes de la
indeleble deuda, y el innegable compromiso que históricamente tenemos
contraído con todas aquellas valientes y abnegadas mujeres, que con su arrojo sufrimiento, lucha y en
último término con su vida nos brindaron su testimonio, y nos dejaron la
antorcha del relevo para seguir luchando por el mundo que ellas apenas pudieron vislumbrar: un mundo mejor en igualdad de condiciones y derechos, entre
hombres y mujeres y entre todos los humanos del mundo sin distinción de
sexo, raza o creencias.
Las trece mártires, supieron bien pronto que
la justicia y la igualdad, y todos los derechos inherentes a estos dos
conceptos no basta con pedirlos, también hay que luchar para
arrebatárselos a nuestro enemigo común,
que no es otro que el sistema Patriarcal, capitalista e imperialista.
El sistema que en sus entrañas lleva el germen de la violencia, la
explotación, la guerra, el expolio, la voracidad y el genocidio.
Un sistema, que históricamente ha hecho del
machismo su brazo armado con el propósito de mantener a la mujer doblegada,
vencida e ignorada, para de esa forma hacerla más dúctil y sumisa, ante los
mandatos y los dogmas religiosos, sociales y económicos.
Este sistema, que tanto clama por la
democracia y las libertades, y dentro del cual la consecución de unos derechos de mínimos nos conlleva
décadas de lucha y sufrimiento como en
el pasado más reciente de nuestro País, es el mismo que con sólo una legislatura, o cambio de títeres
le basta y le sobra, para sin el menor rubor o vergüenza, poder arrebatarnos
todo lo que tanto nos ha costado conseguir.
Así pues, querida Flora, pedir justicia e
igualdad desde dentro del sistema, es como diría mi abuela” pan para hoy y
hambre para mañana”.
Éste sistema no consiente que seamos libres e
guales, por lo tanto lo que tenemos que hacer es combatir el sistema,
destruirlo, y eliminarlo, para construir
otro nuevo, más justo y solidario.
Donde la igualad entre hombres y mujeres
no sea de mentirijillas, como sucede
ahora, que nos dicen que somos libres e iguales pero para según qué cosas, por ejemplo: para
formar parte de la tropa de un ejército que sólo sirve para hacer la guerra y
para originar gastos astronómicos en armamento militar empobreciendo más si cabe, los pueblos y las
naciones del mundo; iguales para formar parte de de una jauría de políticos
MEDIOCRES, aprovechados, comodones arribista, conformistas y a veces corruptos;
Iguales para dirigir un Banco o el Fondo
Monetario Internacional, organismos todos ellos, responsables de la desolación
el empobrecimiento la miseria, el hambre
y sufrimiento de miles de millones de seres en todo el planeta.
Ninguna mujer consciente de su situación actual, y de todo a aquello
por lo que en el futuro tiene y debe luchar si quiere conquistar el papel que
le corresponde en una sociedad más
justa, puede aspirar a ser una Margaret
Tacher o una Ángela Merkel .
Sobre todo si tenemos presente que entre
tanto, y por culpa de las reglas de
juego impuestas por el sistema patriarcal, las mujeres seguimos siendo las víctimas propiciatorias en el
altar que en la prehistoria los gurús de la propiedad privada, primer
eslabón de lo que hoy conocemos como capitalismo, levantaron para nosotras y en
nuestro nombre.
Cada vez más, la mujer sufre vejaciones, malos
tratos físicos y psicológicos. El terrorismo domestico se está haciendo cada
día más fuerte, con una media de tres mujeres asesinadas a la semana. La mujer
se encuentra cada vez más indefensa e inerme, en lo jurídico, lo social y lo
económico.
A las trece Rosas, la igualdad les explotó en
la cara, en una cruda madrugada madrileña. Entre remolinos de estrellas y una
República a la sombra, trece soles cabalgando, sin las bridas ni vacado,
regatos de sangre empapando aquella
tierra quemada, entre manos rotas, y ojos fuera de sus orbitas, la boca
bacía de palabras, fuego fatuo, y un nido de brasas. En las entrañas, que en el
futuro hubiesen podido ser, barbecho y
tempero, presto a la siembra temprana, ahora sólo hay garduños serpientes y
metralla.
Para estas trece muchachas, la igualdad frente
a los hombres, se midió con el equivalente a su premura y valor a la hora de
poner su existencia en la balanza de la vida y la muerte, prefirieron morir
antes de vivir siendo esclavas. Viva la República.
Francisca Lorenzo Rodríguez.
MIEMBRO DE EUPV ONDARA-RECTORIA