Monólogos con mi gata Flora.
La gran Carcajada
Ay, mi querida Flora,
una sonora, escalofriante y cruel
carcajada resuena en los más recónditos lugares del planeta. Los sátiros que
manejan los hilos que hacen bailar a los pueblos y naciones al son que más les interesa, y que no son otros que el Imperialismo Norteamericano junto a su homólogo el Estado Sionista de
Israel, los cuales, acaban de anunciar nuevas conversaciones de paz con el Pueblo Palestino. Una vez más, estos dos se burlan
del mundo. Nunca Israel ha respetado,
ni acuerdos, ni resoluciones internacionales, ni mandatos de
la ONU, ni acuerdos de paz, ni nada de nada, desde el mismo día de su creación
como Estado, en su afán expansivo y su política de enajenación y exterminio del pueblo palestino. A caso sea una estratagema más de las muchas a las que nos tienen
acostumbrados, para mantenernos
entretenidos mientras la fiera sigue dando dentelladas en las carnes trémulas
y traicionadas del pueblo palestino.
Un pueblo abandonado a su suerte, por
todos, solo, inerme y oprimido. Que ve
como cada día le van robando trozos de su amada tierra. Que impotente asiste a
la violación de sus fronteras, surcadas por un siniestro y amenazador muro
de hormigón y cemento que divide y aísla con la mayor impunidad las familias y haciendas, sus barrios y pueblos, y sus ciudades y aldeas.
Cada
cierto tiempo, el Estado Sionista con la ayuda del imperialismo y el seguidismo
europeo, planifica bajo cualquier pretexto, siempre fiel a su política de expansión y
latrocinio, una selección de aquellos hombres, adolescentes y jóvenes,
que empiezan a rebelarse, y que pueden representar un peligro para su sistema,
y sin mayores razonamientos ni preámbulos, y
en el ejercicio más prepotente y avasallador de su estrategia de
hostigamiento y represión los aboca a la
desesperación y la angustia llevándolos
sin remisión ante los fusiles de sus
soldados invasores, o a las cárceles y catacumbas de sus ciudades, para de esta
forma, privar a la nación Palestina de su riqueza más valiosas, que no es otra
que la fuerza y la inteligencia de los hijos más preparados y preclaros para la lucha diaria de ese pueblo.
Dime tú, Flora de
mi vida, ¿qué autoridad, moral, ética o política puede asistir al estado
sionista y al imperialismo norteamericano
para poner de rodillas e imponer su PAX
a todo un pueblo, en nombre de unos derechos adquiridos mediante
la invasión, la tortura y la
muerte?, cuando han sido ellos y en especial el imperialismo Yanqui los que han
llevado la guerra, el genocidio y el aplastamiento a naciones enteras en Oriente medio. Feroces y voraces por conquistar el poder geopolítico y el
valor y riqueza de las materias primas, allá donde éstas se encuentren.
Las mujeres palestinas,
dignas y desafiantes, con Rosas de luto en el regazo, y Lunas rotas en la
garganta, en la boca el sabor de la leche de retama, y en sus manos heridas,
piedras milenarias. Cabelleras azabaches al viento, con retazos bíblicos de
furia y venganza, Rocas de granito irrompible, firmes y dúctiles, como el junco
y el mimbre, allá, en la lontananza.
Así, son las mujeres y madres palestinas, mi niña Flora, en
su lucha, por la libertad, la dignidad
y la esperanza.
Las madres
palestinas, como todas las madres del mundo, tienen el más sagrado e inalienable derecho de poder
parir sus hijos cuando el parto se haga presente, en su hospital más cercano,
sin dilaciones ni burocracias, siempre malintencionadas, tienen el derecho de
poder llevar a sus hijos al colegio, al
médico cuando estén enfermos, al cine, a jugar, o donde ellas quieran y a las
horas que quieran, sin que ningún muro ni soldado armado pueda impedírselo.
Querida Flora, no
terminaremos sin mencionar al pueblo Saharaui. Otro pueblo invadido, avasallado, explotado, oprimido y expulsado
de sus fronteras, que ve, como generaciones enteras, unas detrás de otras,
nacen y mueren fuera de su tierra,
presas de campos de concentración y de muerte, victimas del Rey Felón de
Marruecos, ayudado por unos cuantos felones
más.
Francisca Lorenzo Rodríguez.
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